Vicente Ameztoy ha pintado un santoral y un paraíso en y para la ermita de Nuestra Señora de Remelluri. Desde el año 1993 al 2000 —durante estancias prolongadas en ese lugar, que condensa vestigios culturales de la presencia cristiana, judía y mozárabe—, ha recreado imágenes de San Ginés, San Cristóbal, Santa Sabina, San Esteban, Santa Eulalia y San Vicente, y una imagen apócrifa del paraíso. Alrededor de tal experiencia singular de este artista —que ha llevado adelante este proyecto de arte religioso en diálogo con su propio ateísmo y con la fascinación que le provoca el entorno de Remelluri—, nos reunimos allí para conversar sobre esa experiencia y para celebrar/compartir también otros placeres complementarios. Así, por ejemplo, los del memorable vino que en Remelluri se cría, o los de la gastronomía, o los del paisaje que nos ofrece un extrañamiento gozoso. Referimos algunos fragmentos de la conversación que se extravió por numerosas cuestiones: una aproximación histórica y etnográfica al lugar, los paisajes vitales y pictóricos..., lo sagrado y lo profano, el compromiso político y cultural, la pintura, la narración y la lentitud, el paraíso y otros enigmas.