Silenciosos: así de escuetamente ha titulado Santi Eraso esta nueva colectiva de Arteleku. Reivindicar el silencio, el margen, la periferia, la reflexión, la soledad -llevo tiempo queriendo organizar una exposición así titulada, Soledades, y acaba de clausurarse, en el Círculo de Bellas Artes madrileño, el curso que organicé en torno a catorce Solitarios del arte-, me parece muy necesario, en estos tiempos que corren, en que una mayoría de críticos y directores de museo siguen empeñados en promover lo gregario, lo epocal, la moda, antes que trabajos sólidos y profundos. (¿Un ejemplo de esto que señalo? La última Bienal de Venecia, donde salvo raras y honrosas excepciones, los pabellones de los Giardini revelan un alto grado de conformismo vanguardista y una alarmante carencia de renovación, frente a los cuales, aún con su exceso de insistencia figurativa, el discurso de Jean Clair, en su muestra Identidad y alteridad, representa un saludable contrapunto, y sobre todo la invitación a un debate). (Julio 1995)