El norte no es el lugar del viento, sino de donde vienen los pájaros
Tomando como centro neurálgico el nuevo lugar de Arteleku, proponemos desplegar el mapa y crear rutas diarias de exploración, trazando un círculo de 225 metros a la redonda. Experimentando cada rincón aquí y ahora; capturando la forma de vivir cotidiana de las gentes que pasan, atentos a los sonidos a diferentes horas del día. Lo cotidiano visible y lo imaginario latente se entrelazan para crear una cartografía animada, fragmentada y coral del lugar y los alrededores.
Jugar a imaginar cómo está ocupado cada punto, las miradas encontradas, las piedras pisadas, las voces perdidas. Congelar los momentos mediante la animación es la forma de jugar a hundir la flota. Antes de plegar definitivamente el mapa, proponemos en una dimensión cotidiana, seguir creando sobre las ideas que Menchu Gutiérrez trazó con voz firme, situando sobre el mapa los puntos principales, los habitáculos para pensar, el mar y la montaña sagrada.
El taller de animación es el último de una trilogía. Como cuando Kieslowski rueda la película Rojo después de Azul y de Blanco. Los enigmáticos personajes que han habitado las tres películas y se desconocen, se cruzan por azar en un accidente en alta mar y se rozan confusos y despeinados, envueltos en mantas. Una escena que vemos en los informativos, en el salón de un emocionado Jean-Louis Trintignant, protagonista de Amor de Haneke. Un juez retirado y enemistado con el mundo. Además de un demiurgo omnipotente recluido en su cabaña, que vive la vida de otras personas mediante la intervención de sus teléfonos y parece dictar su devenir.
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